jueves, mayo 22

Subiendo a las montañas

El viaje no comenzó como el de nuestro buen amigo Bilbo, que salio apurado, sin un pañuelo que lo acompañe, ni viandas para el camino. Nosotros, como buenos enanos, teníamos una lista desde el día anterior, y fuimos adicionando cosas conforme pasaba la mañana. Claro esta, que al final, tuvimos que sacar unas y dejar otras, pues como nuestro buen amigo montaraz había mencionado, que iríamos a caer de paracaidista en una casa, el enano entendió que mas, era en este caso menos, y que una sola mochila bastaba.


Así pues, el enano, siempre listo, llego a la casa del buen Frank, demasiado temprano, previendo que no se llenaran los sitios donde viajar. Todo por gusto, pues si bien es cierto salimos cuando la noche daba casi las diez, un sitio libre quedaba para su amigo, muy adelante de la bulla y el jolgorio, pero algo mas cómodo - por el momento - que los demás asientos.


Resa el dicho, que mas sabe el diablo, por viejo que por diablo, y de eso mi viejo tiene mucho, así que todas sus preguntas - a las cuales yo conteste seguro - se cumplieron de forma negativa para el grupo. Nos vimos con la sorpresa que de ser intersectados por mas de ent controlador y preguntón, en cada recodo del camino, y tuvieron que dejar parte del metálico, para que nos dejaran pasar.


Pasamayo produjo la misma sensación de siempre, un vértigo genial - cuando se podía ver - pero la preocupación se manifestó cuando las luces - peor que antorcha en antro de Shelob - no llegaban mas allá de lo que nuestros brazos podrían alcanzar. Una neblina digna de la ciénaga de los muertos, nos acompaño, todo el camino, y en algunos tramos de la costa; pero la dejamos atras, cuando al fin encontramos, un paso para comenzar el ascenso a las alturas.


El camino subía, y subía y el mirubor, que ya había hecho mas viajes de mano en mano que nosotros, se evaporaba con el tiempo. Una parada, para los que no se preparan para grandes viajes, y un descanso para las piernas que no se termina de acomodar en el sitio. Hemos visto que el sitio no era cómodo, estamos como Mumakil dentro de una caverna. Pero debemos seguir, tratar de dormir, así no pensamos la altura a la que estamos; ese es truco propio.
Despertamos, quien hizo bulla, en tan hermoso paraje, pero no lo conocemos, o al menos no lo recordamos, imposible que nos hayamos perdido, no hay otro camino. Pero cuando el reloj ya marca las 7, y aun estamos en esta vertiente, algo ha ido mal, y el camino no parece terminar. Estamos bien, en la ruta, pero al paso tortuga, creo que llegaremos cuando salga la luna. Se despiertan todos, llegamos a las alturas, sitio conocido; y mientras aquí en medio de las montañas nubladas, la expedición avanza, en Arnor, la familia y Beruthiel esperan que informe donde rayos me he perdido. La señales de humo se pierden, y aislados de todos lados, esperamos hasta llegar del otro lado.
Ya la veo, en medio de las montañas, la dulce ciudad que nos espera, Huaraz nos recibe feliz, pero el inspector de transporte nos dice hasta aquí. Águilas van y vienen, y al fin los mensajes llegan. Después de muchas vueltas, llegamos a nuestro destino. Previa parada en casa de nuestro anfitrión, dejamos nuestros petates, y nos repartimos los cuartos de esta agradable pensión. Hay mas que espacio, y el enano, comienza a ver, que la maleta quedo chica, y debió traer mas cosas consigo. Todo debe ser tranquilo el día de hoy, pero con el sol en alto, la gente se entusiasma, hay que hacer una visita al mirado, esta cerca, y la vista compensa cualquier asunto que el futuro venga.

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