lunes, febrero 9

Señores en casa de piedra


Antes de adentrarnos en los entrelazados y muy complejos caminos del Silmarillion, hemos de contar algo de la historia de los enanos, para que, aquellos que se sienten identificados con ellos, les recuerden al resto por que han sido desde siempre un pueblo muy unido y cerrado, hosco con los hombres y el resto de las razas, pero también capaces de grandes sacrificios en aras de una amistad imperecedera.

Para contar algo de ellos, primero debemos recordar que aparecieron durante los días del poder Melkor; su señor Aule los hizo: fuertes y resistentes. Por tanto, son duros como la piedra, empeñosos, rápidos en la amistad y en la enemistad, y soportan el trabajo y el hambre y los dolores del cuerpo más que ninguna otra criatura que tenga el don de la palabra; viven largo tiempo, mucho más que los días de los Hombres, pero no para siempre

Cuenta la historia que desde tiempos inmemorables, el padre de la primera casa de los enanos – Durin el inmortal – habitaba en las mansiones de Khazad – Dûm la mas grande mina que jamas ser alguno haya imaginado. Pero al correr de los años, cuando la tercera edad de la Tierra Media había llegado – los enanos vivían con las puertas de Moria cerradas – el poder de Sauron, volvió a agitarse, y los enanos despertaron a un mal antiguo, que no solo mato al rey, sino también gran parte de la población.

Podemos imaginar que para muchos enanos esto fue como el fin, pues nunca habían luchado contra un poder así. Al abandonar el lugar, permitieron que los orcos y otras criaturas se aventuraran a quedarse en Moria. Durante largos años, los enanos vagaron por muchos lugares, llegando incluso a fundar un reino en la región de Erebor – la montaña solitaria – donde prosperaron y crecieron. Pero había dragones por aquel entonces, y el más poderoso era Smaug, quien se apodero de la montaña solitaria y destruyo todo cuanto pudo.

Logrando escapar de la destrucción, el heredero de Durin – Thrór – se encamino al final, a las minas de Moria, pero ahí encontró su fin a manos de Azog, señor de los orcos, de la manera más cruel. Cuando la noticia se supo, fueron reuniéndose enanos desde todos los confines, de todas las casas que quedaban, y al cabo de tres años de preparativos, fueron haciéndole la guerra a todos los orcos que encontraban, cueva por cueva, hasta reunirse en las puertas de Moria, donde después de una cruenta batalla, vencieron a todos los orcos. Pero mas allá de las puertas había un mal que aun no podía ser vencido.

-No -dijo Dáin-. Tú eres el padre de nuestro Pueblo, y hemos sangrado por ti, y sangraríamos otra vez. Pero no entraremos en Khazad-dûm. Tú no entrarás en Khazad-dûm. Sólo yo he mirado a través de la sombra de las Puertas. Más allá de la sombra te espera todavía el Daño de Durin.
El mundo ha de cambiar y algún otro poder que no es el nuestro ha de acudir antes que el Pueblo de Durin llegue a entrar en Moria otra vez.

Se dice que muchos de los infortunios que sufrió el pueblo de Durin, se debe en su mayoría a la posesión del primero de los siete anillos, que Sauron ansiaba por sobre todo. Estos anillos no tenia dominio sobre los enanos, ni podía convertirlos en sombras, solo aumentaba la codicia; por esto sobre todo, Sauron los odiaba aun mas. Cuando Thráin se interno en el bosque viejo, los seguidores de Sauron le dieron caza y luego de llevarlo a Dol Guldur, le quitaron el anillo. Pero Gandalf estuvo ahí, y recibió el mapa y la llave para volver a la montaña solitaria.

Recordaran que después de algunos años, surgió el encuentro entre Gandalf y Thorin II, y como se cuenta en el Hobbit, de este encuentro, el pueblo de los enanos recupero el reino de la montaña solitaria y el último de los dragones fue vencido.

Hubo un enano a quien se le debe mencionar aparte, pues fue uno de los nueve caminantes que acompañaron a Frodo en su tarea de destruir el anillo; su nombre era Gimli, y alcanzo aun mas renombre por la eterna amistad que lo unió a un elfo – algo nunca antes visto – Legolas del bosque viejo. Aquí les recuerdo un pasaje grabado, que nos muestra hasta que punto un enano siempre esta lleno de sorpresas:

-¿Y qué regalo le pediría un enano a los elfos? -dijo Galadriel volviéndose a Gimli.
-Ninguno, Señora -respondió Gimli-. Es suficiente para mí haber visto a la Dama de los Galadrim y haber oído tan gentiles palabras.
-¡Escuchad vosotros, elfos! -dijo la Dama mirando a la gente de alrededor-. Que nadie vuelva a decir que los enanos son codiciosos y antipáticos. Pero tú, Gimli hijo de Glóin, algo desearás que yo pueda darte. ¡Nómbralo, y es una orden! No serás el único huésped que se va sin regalo.
-No deseo nada, Dama Galadriel -dijo Gimli inclinándose y balbuciendo -. Nada, a menos que... a menos que se me permita pedir, qué digo, nombrar uno solo de vuestros cabellos, que supera al oro de la tierra así como las estrellas superan a las gemas de las minas. No pido ese regalo, pero me ordenasteis que nombrara mi deseo.
Los elfos se agitaron y murmuraron estupefactos, y Celeborn miró con asombro a Gimli, pero la Dama sonreía.
-Se dice que los enanos son más hábiles con las manos que con la lengua - dijo-, pero esto no se aplica a Gimli. Pues nadie me ha hecho nunca un pedido tan audaz y sin embargo tan cortés. ¿Y cómo podría rehusarme si yo misma le ordené que hablara? Pero dime, ¿qué harás con un regalo semejante?
-Atesorarlo, Señora -respondió Gimli-, en recuerdo de lo que me dijisteis en nuestro primer encuentro. Y si vuelvo alguna vez a las forjas de mi país, lo guardaré en un cristal imperecedero como tesoro de mi casa y como prenda de buena voluntad entre la Montaña y el Bosque hasta el fin de los días.

La Dama se soltó entonces una de las largas trenzas, cortó tres cabellos dorados y los puso en la mano de Gimli. -Estas palabras acompañan al regalo -dijo-. No profetizo nada, pues toda profecía es vana ahora; de un lado hay oscuridad y del otro nada más que esperanza. Si la esperanza no falla, yo te digo, Gimli hijo de Glóin, que el oro te desbordará en las manos, y sin embargo no tendrá ningún poder sobre ti.

Para recordar entonces, que un enano siempre mantiene la palabra empeñada.

1 comentario:

Dinorider d'Andoandor dijo...

esta entrada me hizo recordar tiempos antiguos
:)