sábado, octubre 13

Furia de los elementos


Ya estamos en nuestro pequeño cuarto, al amparo de la inclemencia del tiempo. Afuera el frío es como cuchillos que atacan el cuerpo. Afuera el frío es como pequeñas dagas que atacan mi cuerpo, se ha desatado la tormenta en el exterior; el granizo furioso golpea toda la superficie tiñéndola de blanco, mientras el trueno reclama que lo escuchen y el relámpago anuncia su presencia por todos lados.

Mientras veníamos, o para ser exactos, nos movíamos de refugio en refugio, esperando que alguna camioneta nos acerque a nuestro destino; recordaba a la compañía del anillo, enfrentada a la furia del Caradhras, avanzando en medio de la nieve, buscando un lugar por donde pasar. En nuestro caso, también podríamos haber tomado la ruta bajo tierra, pero no seria un Balrog precisamente quien nos impediría volver a nuestra ruta; aun no han habilitado el pique Montenegro.

Pero el día de hoy no solo hemos enfrentado las precipitaciones generadas por Morgoth que tuerce los planes de Ulmo y Manwe. Por la mañana no había sol ni viento en el horizonte, pero el frío podía sentirse en cada centímetro del cuerpo. Al tomar la ruta para el trabajo el sol ya estaba lamiendo las faldas de las montañas; era extraño sentir el sol iluminando, si embargo la cara entumecida por el frío.

Ahora se a que se refería el profesor con un agujero húmedo y sucio, o seco y arenoso. En estos días he conocido las mazmorras de Thangorodrim y las fraguas del Orodruin. Abajo, el calor es casi insoportable y el agua acumulada esta caliente, existen otras zonas donde la temperatura aminora pero la visibilidad es nula; uno siente que la oscuridad lo aprisiona y el humo te envuelve a donde quiera que intentes ir.

Pero aquí también he encontrado las preciosas minas de Khazad-Dum, con amplias cavernas, y galerías laberínticas sin fin. Hay pequeñas lagunas que forman efectos de luz indescriptibles, y el mineral brillando a la luz de las lámparas parece confirmar el título de Aglarond. En el exterior, cuando la nieve cubre todo el paisaje, y el lago refleja las montañas, uno puede ver el Kheled-Zaram en todo su esplendor.

Hay una belleza especial en todos los lugares por donde he tenido el placer de viajar. Siempre puede uno encontrar un recuerdo singular cuando ha estado en la cabaña de los cuentos perdidos.

1 comentario:

Dinorider d'Andoandor dijo...

ya me imagino como será lo de los minerales y la luz con la oscuridad y todo!

debe ser en verdad bonito