Gandalf ha regresado, y les explica a los tres viajeros algo de su enfrentamiento con el Balrog de Moria.
No había nadie allí que nos viera, aunque quizá cuando pasen los años habrá gentes que canten la Batalla de la Cima. -Gandalf rió de pronto.- ¿Pero qué dirán esas canciones? Aquellos que miraban de lejos habrán pensado que una tormenta coronaba la montaría. Se oyeron truenos y hubo relámpagos, que estallabansobre el Celebdil, y retrocedían quebrándose en lenguas de fuego. ¿No es bastante? Una gran humareda se alzó a nuestro alrededor, vapores y nubes. El hielo cayó como lluvia. Derribé a mi enemigo y él cayó desde lo alto, golpeando y destruyendo el flanco de la montaña. Luego me envolvieron las tinieblas y me extravié fuera del pensamiento y del tiempo, y erré muy lejos por sendas de lasque nada diré.
»Desnudo fui enviado de vuelta, durante un tiempo, hasta que llevara a cabo mi trabajo. Y desnudo yací en la cima de la montaña. La torre de detrás había sido reducida a polvo, la ventana había desaparecido: las piedras rotas yquemadas obstruían la arruinada escalera. Yo estaba solo allí, olvidado, sin posibilidad de escapar en aquella dura cima del mundo. Allí me quedé, tendido de espaldas, mirando el cielo mientras las estrellas giraban encima y los días parecían más largos que la vida entera de la tierra. Débiles llegaban a mis oídos los rumores de todas las tierras: la germinación y la muerte, las canciones y los llantos, y el lento y sempiterno gruñido de las piedras sobrecargadas. Y así por fin Gwaihir el señor de los Vientos me encontró otra vez, y me recogió y me llevó.
»"Parezco condenado a ser tu carga, amigo en tiempos de necesidad", le dije.»"Has sido una carga antes", me respondió, "pero no ahora. Eres entre mis garras liviano como una pluma de cisne. El sol brilla a través de ti. En verdad no pienso que me necesites más: si yo te dejara caer flotarías en el viento".»"¡No me dejes caer!", jadeé, pues sentía que me volvía la vida. "¡Llévame aLothlórien!"
»"Esa es en verdad la orden de la Dama Galadriel, que me envió a buscarte",me respondió.»Fue así como llegué a Caras Galadon y descubrí que ya no estabais. Me demoré allí en el tiempo sin edad de aquellas tierras, donde los días curan y no arruinan. Me curé y fui vestido de blanco. Aconsejé y me aconsejaron.
El caballero Blanco
Las Dos Torres - JRR Tolkien
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